LA MUJER DEL PROJIMO
En cuestiones del amor, no hay posesión, sólo hay entrega.
Me encanta la mujer del prójimo. Cada que la veo, la deseo. Pero eso de codiciar... no, no va por ahí.
La codicia es un acto egoista y de agresión al “poseedor” de la persona u objeto codiciados. Desear es un acto que excluye al dueño de aquello que se anhela. La codicia, como la avaricia y la gula, están privados de placer. De la lujuria no digo nada porque esa sí me encanta.
Pero volvamos a la mujer del prójimo, que tanto me gusta. Para empezar, ¿de dónde saca el prójimo que la mujer es suya? La esposa del prójimo (porque de eso estamos hablando), en el mejor de los casos, se ha entregado a su marido en un acto de compromiso afectivo y sexual. Pero de ahi a decir que el prójimo la posee hay todo un infinito de distancia. El pobre prójimo se podrá sentir muy ufano al suponer que la mujer que lleva del brazo le pertenece. Pero cuando ella deje de darse...
Todo esto viene a consecuencia de la tradicion judeo-cristiana que, en su machismo ancestral, ha manipulado sus reglamentos y prohibiciones desde la prespectiva del hombre. Y hablando de mandamientos, si bien a los católicos los traen en friega con la cantidad de inmoralidades de las cuales sentirse culpables, al menos no les va tan mal como a los Protestantes y los Judios, quienes ademas de recibir en sus mandamientos el dictamen de no fornicar, les endilgan también el de no codiciar a... bueno, aqui les va completo: No codiciarás la casa de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca.
El machismo religioso también da cabida a que el prójimo siempre acabe imponiéndosele a la prójima, que no pasa de ser objeto de disputa entre el que la quiere para él solito, y los otros pelafustanes que se la quieren quitar, más por quitársela que por ella misma.
Dejemos, pues, a un lado los absurdos vericuetos de la religión y liberemos a la mujer del prójimo de la objetivización a la que la condena. Así que, la mujer del prójimo no es de nadie.Y si no es de nadie, es del que se la gane.
Ahora bien, el mundo está lleno de prójimos. Todos mis amigos son prójimos, al igual que mis enemigos, así como cualquier hijo de vecino, y su papá también.
Claro que no deseo a todas “sus” mujeres, pero casi. Iba a decir que no más ni menos que ellos, pero la verdad es que mas bien más. La diferencia es que yo las deseo totalmente al margen del prójimo que traen al lado. Sin ganas ni intención de joder, ni sentimientos de culpabilidad.
Ojala y todas ellas me vieran como el hombre de la prójima, y ahi sí, ojala y me desearan cualquiera que fuera su motivación.
Yo jalo, queridas....
MAGZ
Brighton
22.06.07
Me encanta la mujer del prójimo. Cada que la veo, la deseo. Pero eso de codiciar... no, no va por ahí.
La codicia es un acto egoista y de agresión al “poseedor” de la persona u objeto codiciados. Desear es un acto que excluye al dueño de aquello que se anhela. La codicia, como la avaricia y la gula, están privados de placer. De la lujuria no digo nada porque esa sí me encanta.
Pero volvamos a la mujer del prójimo, que tanto me gusta. Para empezar, ¿de dónde saca el prójimo que la mujer es suya? La esposa del prójimo (porque de eso estamos hablando), en el mejor de los casos, se ha entregado a su marido en un acto de compromiso afectivo y sexual. Pero de ahi a decir que el prójimo la posee hay todo un infinito de distancia. El pobre prójimo se podrá sentir muy ufano al suponer que la mujer que lleva del brazo le pertenece. Pero cuando ella deje de darse...
Todo esto viene a consecuencia de la tradicion judeo-cristiana que, en su machismo ancestral, ha manipulado sus reglamentos y prohibiciones desde la prespectiva del hombre. Y hablando de mandamientos, si bien a los católicos los traen en friega con la cantidad de inmoralidades de las cuales sentirse culpables, al menos no les va tan mal como a los Protestantes y los Judios, quienes ademas de recibir en sus mandamientos el dictamen de no fornicar, les endilgan también el de no codiciar a... bueno, aqui les va completo: No codiciarás la casa de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca.
El machismo religioso también da cabida a que el prójimo siempre acabe imponiéndosele a la prójima, que no pasa de ser objeto de disputa entre el que la quiere para él solito, y los otros pelafustanes que se la quieren quitar, más por quitársela que por ella misma.
Dejemos, pues, a un lado los absurdos vericuetos de la religión y liberemos a la mujer del prójimo de la objetivización a la que la condena. Así que, la mujer del prójimo no es de nadie.Y si no es de nadie, es del que se la gane.
Ahora bien, el mundo está lleno de prójimos. Todos mis amigos son prójimos, al igual que mis enemigos, así como cualquier hijo de vecino, y su papá también.
Claro que no deseo a todas “sus” mujeres, pero casi. Iba a decir que no más ni menos que ellos, pero la verdad es que mas bien más. La diferencia es que yo las deseo totalmente al margen del prójimo que traen al lado. Sin ganas ni intención de joder, ni sentimientos de culpabilidad.
Ojala y todas ellas me vieran como el hombre de la prójima, y ahi sí, ojala y me desearan cualquiera que fuera su motivación.
Yo jalo, queridas....
MAGZ
Brighton
22.06.07